Existen dos tipos de termómetros: de contacto o remotos. Los termómetros de contacto necesitan llegar a tocar el cuerpo para medir la temperatura, como los digitales o de Galio, caso contrario de los remotos, que pueden medirla sin tocar la piel, como los de pistola.

Los termómetros digitales utilizan circuitos electrónicos que registran las variaciones de tensión producidas en la piel, la boca o el oído y las transforman en un valor numérico, mostrando finalmente la temperatura en un visualizador.

Estos termómetros utilizan sensores infrarrojos para captar las lecturas de calor emitidas por el cuerpo. Pueden utilizarse para medir la temperatura desde el oído o la frente. Permiten una lectura rápida y algunos no necesitan del contacto directo con el cuerpo.

Los termómetros de oído miden los grados de la membrana timpánica mediante rayos infrarrojos. Es una herramienta rápida pero puede tener una variación de 0,5 y 1º C más. Son bastante útiles para medir la fiebre de los más pequeños, ya que no es necesario que el niño se quede quieto por mucho tiempo.