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A grandes rasgos podemos dividir los tipos de anafes en tres: empotrables; móviles y portátiles. Los primeros están pensados para una cocina tradicional, son grandes, robustos y suelen tener 4 hornallas. Los segundos son de dos hornallas y no requieren romper la mesada para su instalación. Y los terceros son los más pequeños y están pensados para viajar con ellos. Todos pueden ser a gas o eléctricos.
Los anafes a gas son muy cómodos para instalar en una oficina, kitchenette o quincho, por ejemplo. Brindan buena potencia, son seguros y su instalación es muy sencilla. En general, es posible conectarlos a una garrafa o a la red de gas natural convencional.
Los anafes eléctricos tienen una ventaja fundamental respecto de los de gas que es que pueden usarse en cualquier lugar que tenga energía eléctrica o incluso con un generador portátil. Por ello son muy cómodos para transportar a cualquier lugar. Sólo hay que conectarlos a la energía y listo.
Este tipo de anafe está pensado exclusivamente para transportar de un lado a otro. Son ideales para hacer camping o para viajes largos. Pueden ser a gas (utilizan un suministro de gas portátil pequeño) o eléctricos y las potencias pueden variar. En general, cuentan con una sola hornalla.
¿Qué es mejor? Las dos opciones son buenas. Todo depende del tipo de uso que vayamos a darle. Si es para viajar, por ejemplo, tal vez de una sola hornalla esté bien. Si vamos a utilizarlo en casa, sería mejor con dos para poder cocinar distintas cosas a la vez.